ESG en inglés (Environmental, Social & Governance). ASG en español (Criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza). Da lo mismo la variante lingüística del concepto que se utilice. Fruto de la preocupación mundial existente en torno a la idea de sostenibilidad, la llamada revolución verde ocupa un primer lugar en las ocupaciones de muchos de los actores presentes en los sectores políticos, sociales, educativos, industriales y financieros de la esfera internacional. Los criterios ASG son una de las más manifestaciones más evidentes de dicha preocupación global.
El concepto ASG. Que es
En pocas palabras, el concepto ASG permite saber qué factores se deben aplicar cuando se plantea un desarrollo asociado a cualquier sector de la actividad humana. Con los criterios ASG en la mano, cualquiera puede saber cuál es la manera correcta de desarrollar una inversión sostenible. Esto se hace a partir de la aplicación de un conjunto de variables ambientales, sociales y de gobernanza corporativa, a los que hay que sumar diversos criterios estructurales y financieros.
Un enfoque ASG de una inversión estaría basado, entonces, en la aplicación de un conjunto de valores que van a influir, de forma clara, en la valoración de una inversión a futuro. En pocas palabras, un enfoque ASG permite encontrar la perfecta correlación entre la búsqueda de la rentabilidad económica y el mantenimiento, a largo plazo, de la sostenibilidad medioambiental.
Practicar la inversión sostenible
Fue allá por los años 60 del pasado siglo cuando comenzó a hablarse de inversión sostenible. Tal idea tenía que servir –y sirve- para desarrollar buenas prácticas medioambientales a partir de criterios ASG.
Las inversiones sostenibles buscan que las empresas mejoren su relación con el medio ambiente en el desarrollo de sus obras y proyectos. Sobre esa base, los Principios para la Inversión Responsable, puestos en marcha por la ONU en el año 2005, pretenden potenciar la rentabilidad financiera aplicando las siguientes acciones:
- Administrar los recursos disponibles
- Realizar informes medioambientales
- Reducción de los costos innecesarios
- Prevenir la contaminación utilizando diferentes medios
- Utilizar la energía renovable o limpia como fuente de rentabilidad
- Evitar los riesgos regulatorios, los litigios y de prestigio de la empresa
- Reducir las fuentes de emisiones que perjudiquen el cambio climático
- Buscar disminuir, al máximo posible, los impactos ambientales negativos
Los tres criterios ASG
Cualquier práctica empresarial o financiera, pensada y desarrollada sobre una base ASG, tiene que apoyarse en tres criterios fundamentales:
- Criterios ambientales
Aluden a la manera en la que una actividad empresarial impacta –ya sea de modo negativo o positivo- en su entorno medioambiental. Adaptar la actividad de una empresa a criterios medioambientales tiene una valoración creciente, en la sociedad, como apuesta por la eficiencia, la calidad y el compromiso por parte de esa empresa.
- Criterios sociales
Los criterios sociales centran su atención en la relación empresa-sociedad, especialmente en los aspectos relacionados con salud, educación, cultura, derechos humanos, y de los trabajadores, o cualquier otro que pueda ayudar en la mejora de la percepción de la empresa y su imagen de marca entre los colaboradores, clientes y demás partes involucradas.
Actualmente, la sociedad se encuentra en una etapa de vulnerabilidad en diferentes aspectos, por lo que para las empresas es fundamental cumplir con los criterios sociales de ética, y responsabilidad, capaces de crear un impacto positivo en el público/consumidor.
- Criterios de buen gobierno
Este punto contiene todo lo referido tanto a perfil de riesgo de la empresa, como a la gestión de la calidad y al cumplimiento de normas y reglamentos tanto propios como ajenos. Los criterios de buen gobierno prestan una especial importancia a la protección de los intereses de los accionistas de una compañía. Esto se hace, entre otras acciones, a través de la preocupación por la transparencia y la rendición de cuentas.
A la hora de aplicar criterios de buen gobierno, las empresas van a crear:
- Estrategias de desarrollo sostenible
- Políticas laborales dignas y equitativas
- Prácticas de diversidad no solo en cuanto a género sino en todos los aspectos sociales, responsabilidad y transparencia con sus inversores, empleados y consumidores
Necesidad de un cambio de mentalidad
Es evidente: la incorporación de criterios ASG a las políticas de las empresas –de una forma, aún, más activa y extendida a lo que se hace en la actualidad- demanda un claro cambio de mentalidad… y este cambio de mentalidad no ha de venir, solamente, de la parte de las empresas. Tiene que involucrar a todos los estratos y estamentos de la sociedad.
Nuevos tiempos requieren nuevos líderes capaces de promover y provocar cambios en los comportamientos públicos y privados de personas y entidades. En el caso de las empresas, la plasmación de esta nueva filosofía no sólo depende de la voluntad o de las ganas del líder, sino que está supeditada a factores como el nivel de riesgo de la inversión y, también, el potencial nivel de eficiencias (ahorro) capaz de apalancar resultados económicos atractivos.
Cómo materializar este cambio
Según varios informes elaborados por reputadas consultoras internacionales, las generaciones millennial y centennial son las más expuestas a escenarios ambientales futuros poco esperanzadores. En consecuencia, la conciencia socio ambiental de los miembros de estas generaciones tiende a ser mayor y más activa que la expresada por baby boomers o generación X.
Comprender la diferencia expuesta en el anterior párrafo resulta fundamental. Y es que las empresas que, por ejemplo, producen cierto tipo de bienes o servicios, están obligadas a alinear su estrategia corporativa con las expectativas, necesidades e, incluso, valores de estos consumidores que dominan -y dominarán- el mercado laboral y las tendencias de consumo.
Es aquí donde la apuesta por una perspectiva ASG también ofrece más posibilidades de fidelización del cliente (si lo vemos desde una lente meramente transaccional), en lugar de mantener la misma forma de actuar convencional.
Según un estudio de la Universidad de Harvard, la venta de productos sostenibles tiene seis veces más posibilidades de concretarse que la asociada a productos de una empresa tradicional. Por ejemplo, si una camisa contiene algodón proveniente de áreas libres de esclavitud infantil o laboral, es una venta realizada propiciada por una lectura de las expectativas y valores de la sociedad. Esto se traduce en ganancia para la empresa, sus colaboradores, inversores y la Hacienda Pública –vía impuestos-.