Auditoría de cuentas, ¿coste o inversión?

Muchas empresas suelen considerar el trabajo de auditoria como un gasto, cuando, en realidad es una inversión que va a generar valor a la compañía. Pensar en términos de gasto –a todas luces un error- tiene una consecuencia directa, y negativa, para las sociedades: pierden la oportunidad de sacar provecho de las ventajas que aporta la labor de auditoria.

Confianza de los mercados y de los clientes

Poder mostrar unos buenos datos económicos, que estén apoyados en una auditoría externa, es algo muy valorado por mercados y clientes. Esta confianza siempre se va a traducir en un mayor crecimiento para la empresa, además de fortalecer los procedimientos de gestión interna de la misma.

Cuando una empresa decide hacer una auditoría externa de sus cuentas, lo va a hacer por dos razones principales. O bien por darse alguno de los motivos recogidos en la disposición adicional primera de la Ley 22/2015, de 20 de julio, de Auditoría de Cuentas, en cuyo caso la presentación de auditoria es obligatoria por parte de la empresa. O bien porque la empresa audita, de manera anual sus cuentas. En este segundo caso se trata de un acto voluntario.

Incluso, cuando se habla de voluntariedad, puede que no lo sea al 100%. A menudo, una sociedad contrata los servicios de una auditora externa para presentar una mayor garantía ante una petición de financiación –vía subvención o vía crédito- o por petición de alguno de los socios o propietarios.

No se ve más allá del mal necesario

Así suele ser. Rara es la sociedad que considera la auditoria como un acto para generar valor hacia sí misma.  Y la realidad es que esta corriente de valor no sólo revierte en dirección hacia la empresa auditada. También genera valor para cualquier otro grupo de interés que mantenga algún tipo de relación con ésta. En cualquier caso, esa valoración negativa y obligada del trabajo auditor es lo que provoca que, desde la empresa, una auditoría se vea más como un gasto que como una inversión.

Auditoria igual a confianza

Sin embargo, la realidad es terca y deja claro que la relevancia de la auditoría es indiscutible. Y ello se debe a un argumento de mucho peso: el buen funcionamiento del sistema financiero se sustenta, en gran medida, en la confianza depositada en la información financiera que elaboran las compañías. Esta información, recogida en una auditoría, alimenta una fiabilidad y transparencia que es sinónimo del buen trabajo realizado por unos gestores que demuestran saber tomar decisiones de forma ágil y eficaz. Y una auditoria externa es la prueba de ello, tanto en lo referente a las inversiones realizadas como a las vías de financiación buscadas  por la empresa.

Un estudio, realizado de manera conjunta por el Instituto de Censores Jurados de Cuentas de España (ICJCE) y la Universidad de Cantabria para el periodo 2008/2018, analizó como evolucionaron las pymes españolas según hubieran sido, o no, auditadas. El análisis de datos recoge las siguientes conclusiones:

  • La facturación de las empresas auditadas creció más, y se recuperó más rápidamente, de la crisis de 2008 que la de las empresas no auditadas.
  • Las empresas auditadas crearon más empleo. En 2018, las empresas auditadas habían incrementado su número de trabajadores promedio un 14,23% con respecto a 2008. Esto supone casi 12 puntos más que las empresas no auditadas.
  • Las compañías auditadas mostraban un menor nivel de endeudamiento que las demás.
  • El EBIDTA de las sociedades auditadas aumentó el triple, en una década, y resistió mejor la crisis.
  • Durante el periodo de tiempo analizado por el estudio, la rentabilidad de las empresas auditadas fue mayor que la de las empresas no auditadas.

Que muestra un informe de auditoria

En el informe de una auditoría, los auditores emiten una valoración sobre si las cuentas anuales presentan una imagen fiel de la compañía. También se revela si están libres de errores de incorrección.

Una auditoría de cuentas permite al auditor obtener un conocimiento profundo de la sociedad, así como de los procesos y procedimientos implementados para alcanzar las metas marcadas. Esto es el que permite al auditor aportar valor añadido a la auditoría, con propuestas de mejora y eficiencia de los procesos.

Los directivos de cualquier empresa tienen dos motivos para asegurarse de que los resultados de la auditoría reflejan una imagen fiel de su compañía:

  1. Porque la gran ventaja que aporta una auditoría de cuentas es la confianza que genera en el sistema financiero, por lo que verán rentabilizado el coste de los honorarios del auditor en el corto/medio plazo.
  2. Porque, más allá de la obligación de realizar una auditoría de cuentas anuales, ésta ofrece un gran valor para las empresas auditadas al mejorar tanto la relación con entidades financieras, clientes o proveedores como de la organización y gestión interna de la empresa.